Este tipo de agricultura mide las cualidades de los cultivos, del suelo y los factores climáticos para aplicar el mejor tratamiento en el lugar y el momento justos. La agricultura de precisión hace seguimientos por satélite, analiza ingentes datos y pone robots a trabajar.
Esta disciplina agrícola hoy se completa con una estampa de tintes futuristas: la de una explotación completamente digital monitorizada con sensores, técnicos que supervisan datos en el ordenador o en su móvil y siguen las recomendaciones de algoritmos de ‘machine learning’, tractores con GPS, robots y drones que se suman a la maquinaria agrícola tradicional.
La agricultura de precisión implica tomar la mejor decisión posible, en el lugar correcto y en el momento adecuado. Es decir, se trata de actuar exactamente donde es necesario, no de matar moscas a cañonazos aplicando tratamientos demasiado generalistas.